El futbolista inglés Michael Owen ha anunciado a sus 33 años de edad que al finalizar la presente temporada se retirará del fútbol profesional. Pondrá fin a su carrera el delantero del Stoke City, un jugador venido a menos que ha tenido que soportar durante toda su vida profesional el peso de un Balón de Oro (2001) que él mismo sabe que nunca mereció.
Owen injustamente ha sido tildado en muchas ocasiones de jugador mediocre pero él no era un jugador del montón. No era un jugador más pero ni de lejos era digno de un Balón de Oro, premio que salvo en ciertas circunstancias (Cannavaro, Shevchenko...) queda reservado a los más grandes de este deporte. Este problema se ha dado en la mayoría de las ocasiones por el mal criterio de querer premiar a los equipos y no al jugador individualmente, que al fin y al cabo es para lo que está el Balón de Oro. Afortunada aunque desdichadamente para el deporte español, en los últimos años la evidencia de la superioridad de Lionel Messi ha hecho que la individualidad (que insisto, es para lo que están estos premios) se imponga a la colectividad. De lo contrario sería escandaloso que Iniesta, Xavi o Casillas no lo hubiesen ganado tras conquistar en 2010 el Mundial por primera vez en la historia de España.

En 2004 Owen tomó la peor decisión que podría haber tomado, fichó por el Real Madrid. Aquel era el Real Madrid de los "Galácticos" que contaba con un elenco de los mejores futbolistas del planeta: Roberto Carlos, Raúl, Beckham... y se incorporaba a la colección de Balones de Oro fichados por el Real Madrid: Figo, Zidane y Ronaldo. Muchos, conocedores del nivel que se gastaban los "Galácticos", aclamaron el fichaje de Michael Owen, aquel joven que como Figo, Zidane y Ronaldo había ganado el Balón de Oro, y aquel muchacho que había dejado a todo un símbolo del madridismo como era Raúl sin dicha distinción. Evidentemente, nuestro protagonista salió muy mal parado. Su nivel era muy inferior al de las otras estrellas del vestuario, y por si fuese poco tenía que pelearles el puesto a los dos delanteros más grandes del momento: Raúl y Ronaldo. Owen demostró que había sido capaz de imponerse años atrás a Raúl en unas votaciones, pero que futbolísticamente... ¡era incapaz! Nunca llegó a hacerse con un puesto de titular en el Madrid y marcó tan solo 16 goles en 45 partidos disputados.
Tras una temporada de calvario en el Real Madrid asumió que su vuelta a Inglaterra sería lo más indicado. Se marchó por la puerta de atrás, eso sí previo pago del Newcastle de 28 millones de euros. El paso de Owen por el Newcastle estuvo cargado de contrastes aunque nunca recuperó el nivel que había exhibido en el Liverpool. A su falta de confianza generada por su breve y desagradable estancia en Madrid se unieron una sucesión de lesiones que le impidieron tener continuidad en su nuevo club. Aún así metió 30 goles en 79 partidos, que no está nada mal pero no fueron suficientes para evitar el descenso de las "urracas" en la temporada 2008/09.
En julio de 2009, Owen fichó por el Manchester United y nuevamente se constató que éste no era un jugador para un equipo grande. Su papel de segundón, relegado a citas de poca trascendencia y en alguna ocasión utilizado como revulsivo, llevaron al jugador a disputar tan solo 52 partidos en tres años, realizando 17 dianas. En 2012 su contrato expiró y no fue renovado.
Sin equipo, Owen se decantó por unirse a las filas del Stoke City, equipo de muy bajo nivel en la Premier League en el que tampoco ha sabido adaptarse. Tras haber disputado hasta la fecha en la presente campaña tan solo 10 partidos en los que ha materializado 5 tantos, ha resuelto poner punto y final a su carrera futbolística llena de altibajos y ensombrecida por la injusta atribución de un Balón de Oro que estaba destinado a otro hombre...
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