domingo, 25 de octubre de 2015

El Madrid se impone en Balaídos con un genial Keylor Navas


El Real Madrid logró la victoria a domicilio ante el Celta por 1-3, sufriendo en los últimos minutos, pese al buen partido realizado


El Real Madrid asaltó en la tarde de ayer Balaídos de la misma manera que la semana pasada el Parc des Princes. Esta vez sí le acompañó la puntería y consiguió hacerse con los tres puntos, pero la intensidad y la calidad fueron los mismos que los del pasado miércoles en París. Ahora, el Madrid es líder en solitario a la espera de que concluya el encuentro entre Barcelona y Éibar en el Camp Nou.

Los blancos salieron lanzados ante un Celta sorprendido que tardó demasiado en empezar a carburar. No habían transcurrido ni diez minutos de juego cuando Cristiano Ronaldo aprovechó un buen pase de Lucas Vázquez para marcar su séptimo gol en Liga esta temporada. El entusiasmo del gol le duró al Madrid lo suficiente como para volver a desarmar al Celta y que Jesé en el minuto veintitrés asistiera a un Danilo que llegaba más solo que la Luna al área de los de Vigo. El lateral portugués no perdonó y se desvirgó con el Real Madrid en competición oficial.


Con el 0-2, los blancos siguieron dominando en la primera mitad pero el Celta dispuso de varias ocasiones para reducir distancias. Apareció entonces el hombre del partido: Keylor Navas. Todavía habrá quien piense que era una buena idea eso de pagar treinta millones de euros por De Gea… El costarricense realizó cuatro paradas de gol que parecían sacadas de una serie de animación. Si hubiese llevado gorra, Balaídos entero lo habría confundido con Benji Price. El Celta se acercaba con claridad pero el descanso llegaba con buenas sensaciones en el juego de ambos equipos y con el conjunto local desesperado por la actuación de Navas.


El Real Madrid se impuso en la reanudación y cortó de cuajo la hemorragia de ocasiones locales. No obstante, en unas protestas de los jugadores del Celta, Cabral vio su segunda amarilla y dejó a los suyos con diez. Paradójicamente, el Madrid empeoró ante diez futbolistas y los locales se vinieron arriba espoleados por su afición. Entonces entró Nolito en escena con un aire de estrella. Puso un zapatazo en la escudra de la meta blanca y el pensamiento fue generalizado: "si no lo ha parado ni Keylor, eso es un golazo". Quedaban tan sólo cinco minutos y el árbitro añadió otros cinco. Diez minutos en los que el Madrid estuvo contra las cuerdas y el Celta rondó con ahínco el área merengue. En una contra, Marcelo terminó de matar el partido justo cuando se cumplía el tiempo suplementario. 1-3, tres puntos y líder.



Ficha del partido:

Alineaciones:
Celta (4-3-3): Sergio Álvarez; Hugo Mallo, Cabral, Sergi Gómez, Jonny; Wass, Augusto Fernández, Pablo Hernández; Orellana, Iago Aspas y Nolito. Entrenador: Berizzo.
Real Madrid (4-3-3): Keylor Navas; Danilo, Varane, Sergio Ramos, Marcelo; Modric, Casemiro, Kroos; Lucas Vázquez, Cristiano Ronaldo y Jesé. Entrenador: Rafa Benítez.

Sustituciones:
Celta: Wass por Radoja (66'); Pablo Hernández por Planas (80'); Orellana por Guidetti (81').
Real Madrid: Lucas Vázquez por Isco (61'); Jesé por Denis Cheryshev (69'); Modric por Nacho Fernández (79').

Goles:
Celta: Nolito (85').
Real Madrid: Cristiano Ronaldo (8'), Danilo (23') y Marcelo (90'+5').

Tarjetas amarillas:
Celta: Augusto Fernández (56'), Pablo Hernández (56'), Iago Aspas (56') y Nolito (60').
Real Madrid: Lucas Vázquez (51').

Tarjetas rojas:
Celta: Cabral (doble amarilla: 36' y 56').

Árbitro: Clos Gómez.

viernes, 16 de octubre de 2015

Raúl, leyenda viva del fútbol, anuncia su retirada


Hay pocas cosas que marquen tanto en la vida como un jugador como él. Si alguien es el culpable de mi pasión por el fútbol ése es él: Raúl González Blanco.


Apenas entendía en qué consistía el fútbol cuando miraba hacia arriba a la televisión desde la alfombra de nuestro cuarto de estar. Al principio me sobresaltaba con cada grito que mi padre y mi hermano proferían contra el televisor pero poco a poco me fui acostumbrando a esas escenas de locura balompédica. Con cada partido mi mirada perdía inocencia y empezaba a dibujar un esquema mental que traducía lo que veía en la pequeña pantalla de nuestro saloncito madrileño. De entre todos los futbolistas yo siempre me fijaba en uno que era delgado como yo y que corría como loco detrás de la pelota. Llevaba el número 7 en la espalda y vestía de blanco. Él es el responsable de que me hiciese seguidor del Real Madrid y no al revés. De niño siempre quise ser como Raúl.


Raúl González Blanco ha anunciado su retirada. Colgará las botas definitivamente en noviembre cuando acabe la temporada estadounidense. Dice adiós el más grande de todos. El mejor jugador español que han visto mis ojos y el verdadero madridismo personificado. Lo suyo no es otra cosa que jugar al fútbol y que divertirse con el juego. Es un deportista de los pies a la cabeza que nació para ser grande. Que desde que comenzase a entrenarse chutando contra una pared de San Cristóbal de los Ángeles no ha cesado en su empeño de superarse día a día. Ese niño cuya camiseta le llegaba por las rodillas creció hasta convertirse en uno de los mejores futbolistas que jamás habrá.

Es curioso pero el ser humano tiene más envidia al humilde que triunfa que al superdotado. Es difícil encajar que alguien con condiciones "parecidas" a las nuestras logre sueños que la mayoría de los mortales sólo se permiten dormidos. Los (incomprensibles) detractores de este jugador siempre han dicho que Raúl no destaca por encima de los demás en nada: hay otros que tiran mejor, otros que pasan mejor, otros que regatean mejor, otros que son más rápidos… Ésa es la gran virtud de Raúl. Eso precisamente es lo que le convierte en el gran futbolista que es. Es el ejemplo vivo de que la vida es actitud y no aptitud. ¿Cuántos y cuántos jóvenes talentos se han echado a perder? Innumerables. ¿Y cuántos sin unas habilidades técnicas o facultades físicas extraordinarias han alcanzado la máxima gloria? Sólo unos pocos elegidos.

Después de veintiún años de carrera dice adiós alguien cuya historia debería conocer cualquier chaval que pretenda ser futbolista. Raúl no conoce la palabra rendición. Siempre lo ha dado todo por la victoria de su equipo, incesante en el campo. Jorge Valdano, su primer entrenador en Primera División, contaba la anécdota de cómo Raúl se desplomaba después de cada partido  en una camilla hasta que dejaban de temblarle los músculos de las piernas. Ponía su cuerpo al límite sin dudarlo, dándolo todo por su camiseta. Gracias y hasta siempre, Raúl.


Podría detenerme ahora en cada paso de la carrera de Raúl (los que me conocéis sabéis que me la sé de memoria) pero no pretendo convertir esto en un artículo de la Wikipedia. Sencillamente, quiero escribir lo que surja. Raúl es único, no sólo ostenta un palmarés envidiable a nivel colectivo sino que ha logrado récords que hasta la llegada de los extraterrestres Messi y Cristiano Ronaldo parecían impensables. 

Raúl se llegó a convertir en el máximo goleador de la Selección española cuando ésta se conformaba con soñar con los cuartos de final, se eliminaba en fases de grupos y pese a ser retirado de la misma injustamente años antes de lo que debería. Quién sabe a la cantidad de goles que habría llegado Raúl si hubiese formado parte de la mejor Selección española de la historia. 

También, llegó a alcanzar el increíble honor de ser el máximo goleador de la historia del Real Madrid, mejor club de la historia según el IFFHS, y el máximo goleador de la historia de la Champions League, competición de clubes más prestigiosa del mundo. Cabe mencionar que Raúl logró todo esto jugando sus últimas (y fueron muchas) temporadas en un Real Madrid mediocre con una plantilla que no estaba a la altura del club y que dejó en más de una ocasión en blanco las vitrinas merengues. Raúl año tras año caía en los octavos de final de la Champions (ocho consecutivos para mayor exactitud) y aún así marcaba más goles que ningún otro. Dedos acusadores señalaban a Raúl cuando las cosas iban mal en vez de preguntarse cuán mal irían si no tuviésemos a Raúl

Raúl era distinto, contagiaba su energía al resto de compañeros. Era imposible ser más ambicioso que él. Hacía correr a los Zidane, Ronaldo y compañía cuando no bastaba con su talento y enseñaba a los canteranos el significado de ser un jugador de fútbol. Era correcto fuera y dentro del campo. Nunca ha sido expulsado en toda su carrera. Durante su última temporada en el Real Madrid, en la que pasó muchos partidos en el banquillo, si veías que los jugadores del Madrid empezaban a correr ya sabías que Raúl estaba calentando en la banda. Fue el capitán perfecto durante años en el Real Madrid.

Después se marchó a Alemania a lo que llamaron "retiro fácil" y Raúl revolucionó por completo el Schalke 04 en dos temporadas. Marcó más goles que nadie, se hizo con la capitanía y se ganó un eterno hueco en el corazón de la afición de Gelsenkirchen. Como siempre, siguió tapando bocas. En Qatar y en Estados Unidos, ligas de menor competitividad sí ha tenido un descanso, eso sí, sin dejar de marcar goles. El Cosmos va a tener el honor de ser el último club de Raúl.


La historia siempre te deberá algún Balón de Oro pero en verdad ni te hacen falta. Tus números hablan y hablarán por sí solos. De nuevo, gracias Raúl.