miércoles, 30 de abril de 2014

It's Real! Lisbon is coming...


Doce años después, ¡Doce! El Real Madrid se clasificó anoche para la final de la Champions League por la puerta grande. Ganando 0-4 en su primera victoria contra el Bayern Múnich en el Allianz Arena, con 37 goles en la competición y 16 de Cristiano Ronaldo (récords históricos) y con Sergio Ramos callando la boca del portero que se arrepentirá toda su vida de haberse reído de él. Próximo destino: Lisboa. La Décima, más cerca que nunca.


Ni los merengues más acérrimos, optimistas y soñadores se habrían atrevido a pronosticar un resultado de 0-4 en el históricamente maldito Allianz Arena. Los pocos convencidos de que pasaría el Madrid hablaban de un 2-1, un 3-2, un 1-2… ¡nadie pensaba que el Bayern recibiría en casa semejante baño! Éste es el famoso chorreo al que hace unos años se referiría Boluda (a nadie le quedó claro entonces cuando el Madrid salió escaldado contra el Liverpool). Señor Rummenigge, ¡Múnich ardió!


Cuando te enfrentas a un equipo que lo ganó todo la pasada temporada, que ésta se había paseado por la Bundesliga hasta el punto de ganarla a más de un mes de su finalización y que cuenta con el entrenador del que fuese el mejor Barcelona de la historia… muy bien tienes que hacer las cosas. Y eso pasó ayer: un equipo jugó muy mal y otro muy bien. El Bayern volvió a ahogarse en una posesión estéril de la que el Real Madrid volvió a aprovecharse exhibiéndose a la contra. La defensa del Real Madrid fue inexpugnable y, nuevamente, acertó Ancelotti alineando un 4-4-2 contra equipos grandes y de gran potencial ofensivo. Carvajal y Coentrao, como en la ida, volvieron a ganarse el nombre de alguna calle cercana al Bernabéu parando a Ribéry y a Robben; Pepe estuvo perfecto y Ramos, goles aparte, cuajó una de las mejores actuaciones de su carrera y se dice pronto. Modric y Xabi Alonso, magistrales: rápidos distribuyendo el balón para facilitar las rápidas salidas de la "BBC" y brillantes en las tareas defensivas (lástima que el tolosarra viese la amarilla ya que se perderá la final). Bale y Di María, dos cuchillos por las dos bandas. Benzema, el más flojo ayer, colaboró en los ataques blancos con la elegancia que le caracteriza. Y Cristiano… qué decir del que es actualmente el mejor jugador del mundo. De Casillas no hablo, porque ni siquiera fue necesaria una de sus mágicas intervenciones como la que realizó en el Bernabéu. Fue un espectador más que se divirtió viendo jugar a sus compañeros.



Lo poco que destacó en el Bayern Múnich fue la frustración de muchos de sus jugadores ante la impotencia de no generar el más mínimo peligro. Un 68% de posesión y la ocasión más peligrosa fue un disparo de Robben en la segunda parte (con 0-3 ya) que se marchó rozando el poste. Dante debió ser expulsado por una entrada criminal sobre Cristiano Ronaldo, Ribéry también por un tortazo sin sentido sobre el bueno de Carvajal, Robben y Müller se desesperaban con cada falta que cometía su equipo y Mandzukic se daba las mayores carreras para protestar cualquier decisión arbitral. De principio a fin el Madrid fue superior. Los jugadores del Bayern lo notaron en el campo y sus rostros se convirtieron en poemas vivientes. La cara que se le quedó a Neuer cuando aquel defensa al que le gustaba tirar los penaltis a la grada le marcó dos goles es digna de enmarcar. Al menos Pep fue capaz de reconocerlo tras el partido: ¡jugaron fatal!










Los blancos salieron enseñando los dientes y mordieron muy pronto. Sergio Ramos remató un córner de Modric y una falta de Di María para poner los dos primeros goles en el electrónico. 0-2 en veinte minutos y con la sensación de que el Madrid quería aún más. Y más que obtuvo. Cristiano Ronaldo culminó un contraataque utópico en el 34', convirtiéndose en el futbolista que más tantos ha anotado en una sola edición de la Champions League. Recuperación de Bale ¡en el área madridista! Pase a Di María, el argentino en largo a Benzema que devuelve a Bale en carrera, éste al hueco a Cristiano y gol del portugués. ¡Golazo! Aún quedaba un último castigo para el Bayern. Falta a favor de los blancos en el 89' y segundo gol de CR7 con un toque sutil por debajo de la barrera. El Real Madrid estará pues en la final de la Champions League en Lisboa. El Bayern Múnich, vigente campeón de la Champions, se despidió de la competición encajando la mayor goleada que ha recibido en su casa en competiciones europeas. 


jueves, 24 de abril de 2014

El embuste de la posesión


Desde que el Barça de Guardiola hiciese historia con su fútbol espectacular, una mentira ha calado en el mundo y se ha arraigado en él como las malas hierbas lo hacen en las buenas tierras. Una mentira que afirma que la posesión de balón es sinónimo de victoria, de buen fútbol, de espectáculo. Ayer, el Real Madrid evidenció la falsedad de tales creencias. Su victoria por 1-0 frente al todopoderoso Bayern Múnich de Guardiola quitó la venda de los ojos a los "posesionistas".


Tantas veces se ha repetido dicha mentira que el propio Pep se la ha acabado creyendo. No es raro pues, que se le escuchase en rueda de prensa manifestar su orgullo hacia unos jugadores (los suyos) que habían conseguido mantener la posesión del balón. El Barça de Guardiola era único por los jugadores que tenía y por cómo tocaban la pelota y presionaban, no por tener la posesión. La posesión era consecuencia de su intensidad y calidad, no la vía por la que conseguir el buen juego. Pep ha confundido las causas con la consecuencia y, por ello, ayer perdió el Bayern.

Actitud. Es la palabra con la que definiría el partido del Real Madrid. Once futbolistas conscientes de la superioridad del rival y que ponen todas sus armas disponibles para derrotarlo. 4-4-2 de Ancelotti que abandonó de forma muy inteligente el 4-3-3 habitual y líneas muy atrasadas en la primera mitad. Paciencia, colocación y una concentración insuperable. Con todo ello, el Real Madrid consiguió las mejores ocasiones en un primer período en el que ni tan siquiera alcanzó el 25% de la posesión del esférico. Ejemplo vivo, Cristiano Ronaldo. Su ambición y sus ganas aportan al Real Madrid algo intangible que, no obstante, hace de su equipo un equipo mucho mejor. Aún algo lesionado y sin estar al máximo remató cuatro veces a portería provocando sendas intervenciones de Neuer. La línea de cuatro sobrepasó la perfección. Ramos y Pepe fueron la pesadilla de Mandzukic, y Carvajal y Coentrao anularon (¡se dice pronto!) a Ribéry y a Robben. En el medio, Xabi Alonso fue el líder que todos esperan de él. Nada tuvo que ver con el mermado futbolista que deambulaba por el campo en las semifinales del año pasado…


Un ataque del Real Madrid bastó para hacer el primer y único tanto del encuentro. Cristiano Ronaldo dio un balón al hueco a Coentrao, el mejor de los blancos ayer de largo, y el portugués vio a Benzema en el segundo palo que empujó la pelota al fondo de las mallas. El Bayern no cambió de estrategia. Continuaron sus eternas posesiones, eternas y estériles. Salvo los quince primeros minutos, el juego del Bayern tuvo la misma verticalidad que la línea del centro del campo. ¿Ocasiones claras? Ninguna.












En la segunda parte mejoró la cosa para el Real Madrid. El Bayern pegó un inesperado bajón físico que aprovecharon los merengues para adelantar las líneas. Pep perdió un 12% de su bien amada posesión y el Madrid trató de tocar más la pelota y presionar a los bávaros más arriba. Cerca del minuto setenta, Götze y Müller entraron en el Bayern por Ribéry y Schweinsteiger y CR7 dejó su lugar (no estaba para más trotes) a Gareth Bale. Götze y Müller incrementaron el peligro del Bayern pero aún faltaba la intervención milagrosa de Íker Casillas. Parada de reflejos a un potente disparo cercano de Götze que pocos pueden realizar… Con paradas así me resulta difícil explicar sin trascender los límites de la lógica por qué sigue jugando en Liga Diego López (un buen portero, pero no uno magnífico). 



El resultado es bueno para el Madrid… pero también para el Bayern. Un 1-0 es "remontable" y más cuando el actual mejor equipo del mundo contará con el apoyo de su afición y tendrá el orgullo tocado. Casta y cabeza, orgullo y perfección. Eso necesitará el Real Madrid para alcanzar la anhelada final de Lisboa. Todo sea por esta afición…


jueves, 17 de abril de 2014

El Real Madrid, campeón de la Copa del Rey


Tres años después. Misma ciudad, mismo estadio, mismo rival, mismo destino. El Real Madrid se alzó anoche con su decimonovena Copa del Rey. Los blancos, esta vez sin necesidad de prórroga, se deshicieron del Barcelona por 2-1 en Mestalla. Gareth Bale recordó sus viejos tiempos de atleta y se lució con una carrera de sesenta metros en el 85' que finalizaría con el balón en la portería de Pinto.


Siete son ya las finales que han disputado Barcelona y Real Madrid en esta competición: tres ha ganado el Barça; cuatro el Madrid. Ayer los merengues tuvieron que hacer frente a la baja del Balón de Oro, Cristiano Ronaldo. No obstante, mucho más significativa fue la ausencia de Lionel Messi, que aún jugando, se iba paseando por el terreno de juego como si la cosa no fuese con él. No sé si es que se ha cansado ya de jugar al fútbol o es que está pensando en el Mundial, pero lo cierto es que la nula actitud e inexistente ambición del argentino son la contradicción más evidente de la palabra deportista. Con tu mejor jugador, el mejor de la historia según dicen muchos, en estado zombi es difícil plantar cara a los partidos.

Dicho esto, el Real Madrid fue superior en el partido. No se podrá quejar nadie de la actuación de Mateu Lahoz ni del estado del césped. Todo estuvo en perfectas condiciones para ver un gran partido de fútbol. De nada le sirvió al Barcelona su 65% de posesión, nuevamente estéril. Por el contrario, el Real Madrid jugó al contraataque a raíz del primer gol y lo hizo a las mil maravillas. Treinta segundos de posesión del Real Madrid suponían más peligro que tres minutos blaugranas. El objetivo del Madrid en los primeros minutos fue claro: marcar gol lo antes posible. Tras dos ocasiones de Bale, un contraataque en triangulación entre el galés, Benzema y Di María se convirtió en el 1-0 para los madridistas. El argentino batió a un Pinto que quizá podría haber hecho más. Los tres cracks contra el Almería se lucieron en la primera mitad. Di María, Isco y Benzema pusieron la magia a un equipo que se estaba gustando sobre el terreno de juego. Poco a poco el Barça fue obteniendo su tan ansiada posesión, sin embargo, a más posesión culé, más contraataques blancos y más peligro sobre la meta defendida por Pinto


La segunda parte siguió el guión de la primera. Más ocasiones para el Madrid, pelota para el Barça. Bale chutó una volea arriba y Benzema y Modric (que impartió una lección magistral de regates y amagos) dispararon sendos golpeos al poste. El segundo del Madrid llegó pero fue anulado (aún no sabemos el porqué) y fue entonces cuando el Barcelona empató. Quién lo iba a decir: en un córner, el punto débil del Barça, empatarían el choque los azulgranas. Bartra ganó la posición a Pepe y se sacó un testarazo imparable que entró prácticamente por la escuadra. El Madrid, con sus contras, había confiado el partido a meter el segundo antes de que el Barça pudiese empatar. Ahora con el desgaste físico la cosa se complicaba. Salieron los tres mejores (porque eran los que más cansados estaban): Di María, Isco y Benzema y entraron Illarramendi, Casemiro y Varane. El Real Madrid que empezó con un 4-3-3 y cambió a un 4-4-2, terminó con un 5-4-1. Antes del último cambio de sistema y de la entrada de Varane, eso sí, se había producido la jugada de la final. Gareth Bale recogió un pase de Coentrao más allá del centro del campo, condujo la pelota casi sesenta metros y batió a Pinto con la puntera de su bota izquierda. 2-1. Neymar tuvo en su mano el empate, pero enfrente estaba Casillas. No detuvo el balón, no fue necesario. Su ángel lo desvió al palo y le envió el rechace al capitán blanco. Real Madrid 2-1 Barcelona.













El Barcelona, salvo milagro en la Liga, se va a quedar este año por primera vez en muchísimo tiempo en blanco. ¿Fin de ciclo? ¡Quién sabe! Pero una cosa está clara: hay que buscar culpables. Además del pasotismo de Messi, está claro que es necesario un relevo en el banquillo. El "Tata" Martino no ha entendido en ningún momento el estilo del Barça y tampoco ha conseguido trasladar sus ideas al vestuario. Su cabezonería de alinear juntos a Xavi, Busquets, Iniesta y Fábregas otra vez (como contra el Atlético) le ha costado muchos partidos, entre ellos, la final de Copa. Iniesta de extremo pierde mucho porque no entra tan a menudo en contacto con la pelota, Neymar en la derecha (queda desplazado a esa banda con estos cuatro en el campo) se pierde y Cesc y Messi no hacen sino estorbarse el uno al otro. Pedro no sé qué tiene que hacer para ser titular en este equipo y, ¿para qué vas a sacar al canario o a Alexis pudiendo meter a un mediocentro no se sabe dónde y desplazando a la mitad de tus titulares? Hacen falta refuerzos y quién sabe si el Barça podrá fichar este verano con la sanción de la Fifa… 




miércoles, 9 de abril de 2014

Dos españoles en semis… ¡de milagro!


Si hace apenas un año el Real Madrid se quedó a un gol en el Santiago Bernabéu de remontar la eliminatoria frente al Borussia Dortmund (aún con el 4-1 de la ida), un capricho del destino quiso que el Dortmund experimentase ayer en sus carnes, frente al mismo rival, lo que es quedarse a un paso de la gloria. El 3-0 de la ida y las múltiples bajas de los alemanes daban por clasificado al Real Madrid. No obstante, lo cierto es que los blancos rezaron desde la primera mitad por que llegase el pitido final.


Ancelotti, que no pudo alinear a un lesionado Cristiano Ronaldo, demostró nuevamente que su "equipo" no existe y que la dependencia del superlativo jugador luso es total. Todo lo contrario que el Borussia Dortmund que, un año más, puede marcharse de la máxima competición continental con la cabeza muy alta. Jürgen Klopp barrió al italiano tácticamente y sacó los colores de un Real Madrid que volvía a tropezar con esa piedra llamada Signal Iduna Park. Distinto entrenador, mismo error: infravalorar a un rival que tiene cien veces más de fútbol que tú y que, sin tanta estrellita, hace las cosas mucho mejor. Quizá las únicas diferencias fueron que Lewandowski no tenía la inspiración que el año pasado le convirtió en el "chico de moda" y que en la portería ayer estaba un "Santo" llamado Íker Casillas.


El principio del partido fue un mero espejismo. El Dortmund salió excesivamente nervioso por el ardor de su hinchada y perdió varios balones en el centro del campo que un errático Bale no supo aprovechar. Las cosas parecían ponerse de cara cuando el colegiado señaló penalti contra la portería defendida por Weidenfeller. Un gol fuera de casa (por esa regla incomprensible) prácticamente metía al Madrid en semifinales… Por razones que aún no comprendo, el encargado de ejecutar la pena máxima fue Di María (¿dónde estaban Ramos o Xabi Alonso?). Di María se resbaló y su disparo fue detenido por Weidenfeller. El penalti, que podría haber sentenciado la eliminatoria, dio alas al Dortmund que vio como salía vivo del mordisco de una cobra. Desde ese momento el Real Madrid se dedicó a esperar que llegase el final del partido, desplegando un fútbol patético y siendo superado en todas las facetas del juego por su rival. A alguno habría que haberle explicado que estaba jugando los cuartos de final de la Champions y no un partidillo de entrenamiento. Reus se puso la camiseta de crack del partido y en la primera parte marcó dos goles (aprovechando sendos errores garrafales de Pepe e Illarramendi) que mandaron a dormir antes de tiempo a algún madridista de naturaleza nerviosa. 


El baño del primer tiempo fue descomunal, pero el fútbol tiene estas cosas. Lo que importa es el número de veces que entra la pelotita y anoche sólo entró dos veces. Illarra estuvo espantoso (fue sustituido al descanso), Xabi Alonso confirmó la teoría de que ya no está para jugar más de un partido a la semana y Di María, tanto de extremo como de interior después, muy discreto y tímido en la presión (raro en él). El Dortmund estrelló dos balones en los postes e Íker hizo dos de sus paradas imposibles para mantener a su equipo a flote. El único jugador de campo que rindió algo fue Casemiro, muy intenso desde que entrase al campo por Di María y dándolo todo por el equipo. Eso sí, el mejor de los blancos fue Mkhitaryan que falló tres ocasiones imperdonables. 



2-0, derrota humillante por las formas más que por el resultado, pero que permite al equipo alcanzar las semifinales por cuarta temporada consecutiva. Y son dos los equipos españoles que habrá en semifinales, ya que, evidentemente, pase lo que pase hoy entre Atlético y Barcelona, uno acompañará al Real Madrid en el sorteo del viernes.