domingo, 7 de diciembre de 2014

"Eterno Capitán", espíritu inquebrantable

Perfil de Raúl González Blanco


Nadie podía imaginar tantos años atrás que aquel niño bajo, esquelético, con el pelo pincho y unas piernas de extrema delgadez se convertiría en el mejor jugador que ha dado el fútbol español. Su primer club, el San Cristóbal, vio los primeros pasos de un infante cuya camiseta alcanzaba sus rodillas y cuyo número era más grande que su espalda. Pero aquel diablillo... ¡cómo jugaba!

Hoy, a sus 37 años, está a punto de ser presentado como nuevo fichaje del New York Cosmos en lo que parece ser su última aventura como profesional. Raúl quiere seguir marcando goles y para ello ha decidido firmar por el emblemático equipo neoyorquino que ya viese las retiradas de Pelé o Beckenbauer.

La de Raúl es la historia viva de un eterno capitán, un futbolista que allá por donde ha pasado ha sabido ganarse la lealtad de sus compañeros e inspirarlos como ejemplo a seguir. Es la ambición personificada, prototipo de deportista a imitar. Profesional de los pies a la cabeza. El primero en acudir a los entrenamientos, el último en retirarse. Su hogar es un lugar donde descansar, pero también donde continuar con su preparación. De ahí, que duerma en una cámara hipobárica para simular estar en la montaña y, con ello, mejorar su rendimiento.

Un atlético de nacimiento que a la postre sería emblema y símbolo del madridismo. Su destino ya se ocultaba en su segundo apellido: Blanco. Raúl, que amaba jugar al fútbol con los amigos de su barrio, sólo fichó por el Atlético de Madrid cuando Paco de Paula le prometió que le haría el capitán del equipo. A Raúl desde pequeñito le llamó ser el líder que guiase a sus compañeros hacia la victoria. De Paula dio en el centro de la diana y se llevó a Raúl al Atleti.

Fueron muchas las llamadas de ojeadores del Real Madrid al joven Raúl. La determinación y lealtad del madrileño siempre ha estado fuera de toda duda y su respuesta, siempre la misma: “no”. Jesús Gil, presidente colchonero, se bajó a Raúl, un chaval de 14 años, al vestuario del primer equipo en una ocasión. “A ver si aprendéis de él. Este chico ha marcado él solito 65 goles en liga”. Un infantil era puesto como ejemplo ante un vestuario plagado de estrellas de Primera División.


El presidente que se ufanaba de tener la mejor cantera de España de pronto cerró todas las categorías inferiores. A Raúl no le quedó más remedio y fichó por el Real Madrid, donde compartió vestuario con dos chavales que también destacaban mucho: Álvaro de Benito y Guti. Pronto Raúl demostraría ser el mejor de los tres.

El 30 de octubre de 1994 Raúl debutó en La Romareda con el Real Madrid, caprichos del destino, en el último estadio en el que vestiría la camiseta merengue. Contra el Zaragoza tuvo cuatro ocasiones claras de gol; las falló todas. Pero Valdano, el entrenador que lo hizo debutar, pronosticó entonces lo que nadie habría creído. “Aún fallando los goles, ha pedido el balón. Esos gestos son para los elegidos”. Raúl, sin duda, era un elegido.

Di Stéfano unos días después apreciaría algo que ha acompañado a Raúl en toda su carrera: “consigue lo que muy pocos se atreven a hacer: entrar en un estadio de cien mil personas y jugar como si estuviera en su barrio”. Es ahí donde Raúl es superior a cualquier otro futbolista: en la resistencia mental. Raúl no es el que mejor tira, ni el que mejor pasa, ni el que mejor regatea, ni el que mejor remata de cabeza, ni el más rápido, ni el más fuerte... pero gana a todos en ambición, en actitud y en compromiso. Corre lo mismo vaya ganando 5-0, o bien vaya perdiendo 6-1; le da igual. En su cabeza sólo entran dos objetivos: ganar y marcar gol.

Podría decirse de él que posee una inteligencia futbolística superlativa. Como si contase con el don de la premonición, intuye los movimientos de la pelota antes de que se produzcan. Y allí aparece Raúl. Solo y donde nadie se lo espera para introducir el esférico entre los tres palos. Es un ratón del área, un peligro constante incluso para las defensas más atentas. Picardía en estado puro.

Cuando Raúl tenía 19 años y llevaba ya dos temporadas en el primer equipo tuvo el honor de conocer a Puskas, mítico delantero del Real Madrid. En su primer encuentro, don Pancho aconsejó a la promesa merengue que hiciese como él, que esperase a que le llegase el balón a los pies. “Lo haces muy bien pero tienes un defecto: corres mucho, demasiado”. Raúl, gracias a Dios, no le hizo ni caso. No sólo tiraba desmarques sin parar y se desgastaba en ataque como cualquier delantero con chispa, sino que presionaba a los defensas rivales como si le fuese la vida en ello. Cuando el Real Madrid perdía la pelota era el primer defensa de los suyos. Eso, el Santiago Bernabéu, lo aplaudía a raudales.

Los años fueron pasando y Raúl aprendió a ejercer de líder en el campo. Muchos partidos dependían de la inspiración del “7” y sus compañeros confiaban en él y en su capacidad de mando. Cuando Hierro se retiró heredó el brazalete de capitán, “Eterno Capitán”, inigualable en esa función. Eran los años de los “Galácticos”. Los mejores jugadores del mundo aterrizaban en el Real Madrid y era Raúl el que unía a todos, el que destacaba por encima de ellos y el que tiraba del carro y contagiaba al resto su espíritu de lucha.

Infinitos delanteros han fichado en las dos últimas décadas por el Real Madrid: Anelka, Ronaldo, Owen, Baptista, Robinho, Cassano, van Nistelrooy, Huntelaar... ninguno sentó a Raúl en el banquillo. El madrileño es un jugador que por su amor al fútbol y su entrega se impone a otros con un talento natural mucho mayor que el suyo.

En noviembre de 2005, Raúl sufrió una grave lesión en su rodilla izquierda que provocó que más de uno pensase que ya no volvería a rendir como antes. Siete meses después volvió. Nunca ha recuperado la velocidad que luciese a los veinte años, pero siguió marcando un sinfín de goles y haciendo algo que siempre se le ha dado de maravilla: tapar bocas y eliminar “enterradores”. 

El delantero de 37 años lleva la competición y el hambre de victorias en la sangre. Su sacrificio sobre el campo le ha puesto al límite del esfuerzo físico en varias ocasiones. Entrenadores y compañeros suyos afirman haber visto a Raúl tras un partido, tumbado en el vestuario y con todos los músculos del cuerpo temblando de dolor. Aún así, en él prima un espíritu deportivo que pocos pueden igualar: más de mil partidos como profesional y ninguna tarjeta roja en su haber. 

Jamás ha sido expulsado de un terreno de juego y jamás ha dicho una palabra más alta que la otra fuera de él. Se le apartó de la Selección (injustamente) en el año 2006 y nunca se ha quejado. Se ha dedicado a marcar goles y a seguir jugando como él sabe.


En el año 2010 fue por primera vez suplente en el Real Madrid. Benzema (35 millones de €) y Kaka’ (65 millones de €) le quitaron el puesto pese a su bajo rendimiento aquella temporada. Al terminar la Liga, Raúl le dijo algo a Valdano, entonces director deportivo, que ya le dijese a los 17 años: “Yo lo que quiero es jugar. Me da igual dónde”.

Y así hizo. Se marchó al Schalke 04. Entonces la prensa deportiva hablaba de un retiro fácil, casi un lugar de vacaciones para alguien a quien no le quedaba fútbol. Raúl siguió a lo suyo. Enamoró a una afición y a un club entero en dos años, anotó 40 goles, llevó al Schalke 04 por primera vez en su historia a disputar unas semifinales en Champions League y en Europa League, ganó la Copa alemana eliminando al todopoderoso Bayern Múnich con un gol suyo en la prórroga de las semifinales, conquistó la Supercopa de Alemania contra el Borussia Dortmund de Jürgen Klopp, etc. Cuando en la segunda temporada del “7” allí, sus propios compañeros le pidieron a su entrenador que Raúl fuese su capitán, nadie se extrañó en Alemania.


Raúl, con toda la dedicación que debe tener cualquier persona hacia aquello que ama, llegó a ser el máximo goleador de España (44) en un equipo que se eliminaba a las primeras de cambio y el máximo goleador de la Champions (71) en un Real Madrid que cayó ocho veces seguidas en octavos de final. Además, es a día de hoy el máximo goleador histórico del Real Madrid con 323 goles y acumula 423 tantos como profesional.

Ha logrado 6 Ligas, 3 Champions, 4 Supercopas de España, 2 Intercontinentales, 1 Supercopa de Europa, 1 Copa alemana, 1 Supercopa de Alemania, 1 Liga de Catar y 1 Copa del Emir. Veinte títulos que hablan de la carrera de un gran futbolista. 
Tras dos temporadas en el fútbol catarí, en el Al-Sadd, jugando en un fútbol de menor nivel, Raúl vuela a Nueva York para (parece) poner punto y final a una etapa en la que su voracidad se ha llevado por delante a tantos y tantos rivales. Raúl es el ejemplo vivo para todos esos jóvenes que sueñan con dar patadas a un balón. “Eterno Capitán”, espíritu inquebrantable.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu comentario. Tu opinión es importante.