Anoche el Real Madrid rubricó su pase a las semifinales de la Copa del Rey al volverse a imponer al Espanyol por 1-0 (idéntico resultado al de la ida). Casilla, nuevamente, volvió a ser el hombre del partido, no obstante, sus paradas fueron insuficientes para mantener a su equipo en la pelea por la Copa. Jesé, que suplió la baja de Bale, continuó reivindicando un hueco en el once titular. Hueco que, incomprensiblemente, permanece reservado para el hombre invisible.
Aguirre lo tenía claro desde el principio: salir vivo de la ida, intentar mantener el 0-0 en el Bernabéu y arriesgarlo todo al final del encuentro. La estrategia fue desbaratada a los siete minutos por un pase de manual de Xabi Alonso. El guante que tiene en el pie el tolosarra es difícilmente igualable. Como quien abre una bolsa de patatas envió un balón "teledirigido" a Jesé, que se valió de un gran control con el pecho y una buena definición (posiblemente en el único fallo de Casilla en 180 minutos) para lograr el único tanto del partido. El Real Madrid dominó el primer tiempo con claridad, pero su brillantez en el juego fue decreciendo hasta su práctica desaparición.

Otro protagonista (no precisamente por su contacto con la pelota) fue Íker Casillas que, con sus 682 minutos sin encajar un gol, se convirtió en el portero que ha mantenido a cero durante más tiempo la portería del Real Madrid en toda su historia. Irónico que el capitán, después de toda la vida jugando cada partido, consiga este récord cuando se ha visto relegado a un papel secundario. Eso sí, mucho tiene que agradecer Íker a su defensa que bien poco tiene que ver con la del inicio de temporada. El Real Madrid continúa encadenando victorias, sin embargo, su nivel de juego está aún muy por debajo de su potencial y dudo que si lo mantiene sea capaz de hacer algo cuando lleguen "Los Alpes" de la temporada.
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