jueves, 24 de abril de 2014

El embuste de la posesión


Desde que el Barça de Guardiola hiciese historia con su fútbol espectacular, una mentira ha calado en el mundo y se ha arraigado en él como las malas hierbas lo hacen en las buenas tierras. Una mentira que afirma que la posesión de balón es sinónimo de victoria, de buen fútbol, de espectáculo. Ayer, el Real Madrid evidenció la falsedad de tales creencias. Su victoria por 1-0 frente al todopoderoso Bayern Múnich de Guardiola quitó la venda de los ojos a los "posesionistas".


Tantas veces se ha repetido dicha mentira que el propio Pep se la ha acabado creyendo. No es raro pues, que se le escuchase en rueda de prensa manifestar su orgullo hacia unos jugadores (los suyos) que habían conseguido mantener la posesión del balón. El Barça de Guardiola era único por los jugadores que tenía y por cómo tocaban la pelota y presionaban, no por tener la posesión. La posesión era consecuencia de su intensidad y calidad, no la vía por la que conseguir el buen juego. Pep ha confundido las causas con la consecuencia y, por ello, ayer perdió el Bayern.

Actitud. Es la palabra con la que definiría el partido del Real Madrid. Once futbolistas conscientes de la superioridad del rival y que ponen todas sus armas disponibles para derrotarlo. 4-4-2 de Ancelotti que abandonó de forma muy inteligente el 4-3-3 habitual y líneas muy atrasadas en la primera mitad. Paciencia, colocación y una concentración insuperable. Con todo ello, el Real Madrid consiguió las mejores ocasiones en un primer período en el que ni tan siquiera alcanzó el 25% de la posesión del esférico. Ejemplo vivo, Cristiano Ronaldo. Su ambición y sus ganas aportan al Real Madrid algo intangible que, no obstante, hace de su equipo un equipo mucho mejor. Aún algo lesionado y sin estar al máximo remató cuatro veces a portería provocando sendas intervenciones de Neuer. La línea de cuatro sobrepasó la perfección. Ramos y Pepe fueron la pesadilla de Mandzukic, y Carvajal y Coentrao anularon (¡se dice pronto!) a Ribéry y a Robben. En el medio, Xabi Alonso fue el líder que todos esperan de él. Nada tuvo que ver con el mermado futbolista que deambulaba por el campo en las semifinales del año pasado…


Un ataque del Real Madrid bastó para hacer el primer y único tanto del encuentro. Cristiano Ronaldo dio un balón al hueco a Coentrao, el mejor de los blancos ayer de largo, y el portugués vio a Benzema en el segundo palo que empujó la pelota al fondo de las mallas. El Bayern no cambió de estrategia. Continuaron sus eternas posesiones, eternas y estériles. Salvo los quince primeros minutos, el juego del Bayern tuvo la misma verticalidad que la línea del centro del campo. ¿Ocasiones claras? Ninguna.












En la segunda parte mejoró la cosa para el Real Madrid. El Bayern pegó un inesperado bajón físico que aprovecharon los merengues para adelantar las líneas. Pep perdió un 12% de su bien amada posesión y el Madrid trató de tocar más la pelota y presionar a los bávaros más arriba. Cerca del minuto setenta, Götze y Müller entraron en el Bayern por Ribéry y Schweinsteiger y CR7 dejó su lugar (no estaba para más trotes) a Gareth Bale. Götze y Müller incrementaron el peligro del Bayern pero aún faltaba la intervención milagrosa de Íker Casillas. Parada de reflejos a un potente disparo cercano de Götze que pocos pueden realizar… Con paradas así me resulta difícil explicar sin trascender los límites de la lógica por qué sigue jugando en Liga Diego López (un buen portero, pero no uno magnífico). 



El resultado es bueno para el Madrid… pero también para el Bayern. Un 1-0 es "remontable" y más cuando el actual mejor equipo del mundo contará con el apoyo de su afición y tendrá el orgullo tocado. Casta y cabeza, orgullo y perfección. Eso necesitará el Real Madrid para alcanzar la anhelada final de Lisboa. Todo sea por esta afición…


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